viernes, 5 de junio de 2015

Sazonado con politiqueo, sabe peor.

¿Alguna vez habéis oído a alguien pronunciar las palabras “Me siento orgulloso de ser español” sin que nadie le mire con cara de pocos amigos o le recrimine? Si es así, puede que aún haya esperanza. Sin embargo, pensemos: ¿por qué, en primer lugar, tiene que existir tal reacción ante tal comentario? Muy sencillo: porque hay política de por medio.
Hoy en día, uno ya no puede expresar tranquilamente qué admira de este país, ¡y es una lástima enorme! Visualizad el contenido de la siguiente definición:

¿Que cómo es España? Pues España es un país multicultural. Sobre todo eso: multicultural. Dependiendo de a la zona a la que vayas, puedes encontrar maravillas, curiosidades, arte y cultura que difícilmente puedes encontrar en cualquier otro sitio. Si vas al sur, encontrarás arte islámico de la época de Al-Andalus. Si vas al norte, verás arte románico como en ningún otro lugar y el camino de Santiago, así como restos de arte romano por todo el país y algún que otro vestigio de cuando nos invadieron los godos; puede que hasta encuentres rastros de tribus indoeuropeas como los íberos o lo celtas en zonas del noroeste. Tenemos también dialectos, jergas diferentes e incluso algo fuera de lo común: el vasco, es decir, el idioma indoeuropeo más antiguo del continente y aún en uso. La comida es maravillosa, barata y muy sana; y es que se cultiva todo en una zona con un clima espléndido. De hecho, gracias a estos dos factores, España es el segundo país con la mayor esperanza de vida del mundo. Tenemos paisajes muy diversos, música con orígenes centenarios y gente con un ánimo y un espíritu que atrae a todos los extranjeros”.

Os sorprendería la de pocas personas que aún pueden contestar sin titubeos algo como esto. Y es que, hoy en día, en cuanto alguien dice “Me encanta España” o “Me siento orgulloso de ser español”, ya empiezan a tacharte de facha, y eso es triste, muy triste. Hoy en día apenas se puede discutir o debatir algo sin meter política de por medio. La gente no para de juzgarse en base a de qué pie cojea. Hay incluso personas que no se sienten españolas por razones políticas. Esto último es incluso, en ciertos contextos, comprensible. Uno es libre de decir que, según su DNI, es de nacionalidad española, pero que no comparte ninguno de los puntos de vista del modo de vida del lugar. Lo triste es, por ejemplo, decir algo como “No soy español: soy catalán” cuando una cosa engloba a la otra (al menos de momento, que nunca se sabe).
Hoy en día, es difícil no cargar de politiqueo cualquier observación. Y yo lo noto cuando alguien dice “España es un país lleno de corruptos” o “España es como el tonto de la clase: solo es bueno en deportes y religión” o incluso “España es un país con el mismo problema que Italia: votan a los que no paran de robarles”. Ya ni siquiera se habla de diversidad. La gente va con seguridad a la opción “España es esto” dependiendo de sus opiniones y creencias. Hemos llegado a un punto en el que la gente incluso intenta adivinar cuál es la ideología política de alguien en función de factores casi irrelevantes como su edad y área geográfica. ¿Qué pasa? ¿No puedo ser conservador viniendo de Bilbao? ¿No puedo tener ideas socialistas si tengo más de sesenta años? ¿Parezco anarquista por ir a la Universidad pública con beca?
Si la gente mete la política en todas las conversaciones, jamás se podrá disfrutar de un debate. Saldrán los prejuicios, los nacionalismos, la rivalidad y el ver cómo se echan la culpa unos a otros por la crisis. No digo que esté mal tratar el tema y debatir, pero no tiene que ser un denominador común.

Y si ya metemos el fútbol, mejor ni hablemos.

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